Han pasado casi 6 meses desde de mi última quimio y tengo la bendición de que mi cabello ha crecido, rápido y sano. Pero sobretodo la que se siente sana y llena de vida soy yo. Es increíble lo bien que me siento -casi, casi me asusto- sin cansancios y sin malestares. Siempre cuidandome, claro. Hago yoga dos veces por semana y me revitaliza no solo el cuerpo sino también el alma. El clima ha cambiado totalmente, el sol ilumina mi ventanita cuando me levanto y en las mañanas cuando voy con Nacho al parque hasta se respira diferente. Y es que el tiempo ha pasado, y ha hecho lo suyo. Ha permitido que los malos momentos solo sean sombras y que las lecciones aprendidas sean constantes en mi corazón.
Desde que decidí raparme, me tomé fotos cada vez que recordaba que queria tener recuerdo de cada pasito en esta etapa. Hoy que decidí "limpiar" mi celu y laptop, me encontré con mi carpeta de fotos que guardé efectivamente para hacer un post.
Aún recuerdo cuando fui corriendo a la peluquería para que me rapen por el dolor de cabeza que me aquejaba. Cuando ya estaba "pelada", no quise mirarme al espejo. Lo evadía. Me tomo varios días asimilar y procesar mi nueva imagen. Cuando de pronto, nosé si por curiosidad quise verme y fui al baño y me encerré. Y me miré. Miré a la nueva Alejandra. Sin pelo, pálida, demacrada. Me asusté. Lloré, lloré mucho. Luego me senti valiente y regresé a mi cama con una actitud diferente. Ya no tenía miedo porque necesitaba afrontar ese primer cambio. La primera foto es efectivamente en el baño cuando me miré por primera vez.
Cuando estuve por mi segundo quimio, se me cayeron las cejas, los ojos se me hundieron, estaba aún más demacrada por la anemia y tenía ojeras porque los vómitos no me dejaban dormir. En una de esas trasnochadas me tomé esa segunda foto, ajá, 3 am en un baño.
Me acostumbre a estar pelada, hasta resultaba ser cómodo a veces, otras resultaba ser insoportable por el frío de esa época. No me preocupaba porque mi cabello creciera, es más no me dí cuenta cuando empezó a alzar vuelo sobre mi. El día que me di cuenta que tenía pelusitas, fue aquí en Trujillo, en mi casa y la verdad es que me dió risa, porque fue muy chistoso. Pongamoslo de la siguiente forma: en la mañana tuve cabellito y en la tarde se me volvió a caer cuando me dí una ducha -mis ilusiones pelonas literalmente al agua-. Sin embargo hace ya 3 mesesitos, mi cabellito empezó a echar raices fuertes y negritas y por ahora crespitas. Empecé a notar que ya no era necesario que use mi peluca, más aún porque cuando regresé a Trujillo ya el clima estaba calientito. Mi cabello corto, empezó a aligerarme la vida. No peine, no secadora. Por lo menos 30 minutos me ahorro cuando me alisto para salir y eso es una gran graaan ventaja.
Mi nueva yo, la de la última foto, es pelicorta. Estoy en la etapa en la que definitivamente pasaré por todos los looks. Desde el calvo, pasando por el honguito, luego vendré el bob hair, después el shoulder hair y luego la meleeeeeeeeeeeeeena larga para cola de caballo. Muchos dicen que me queda lindo el look de pelicorta, la verdad yo extraño mis greñas largas y lacias pero debo admitir -modestia aparte- que me veo requetebien con mi cabellito honguito, le va bien al veranito y bueno me sigue ahorrando tiempo, espacio, plata, etc.
Pasar viendo cada foto es recordarme lo fuerte que he sido y lo fuerte que soy. Ver en lo que me he convertido es personalmente un logro. Todo lo obtenido es mil veces más satisfactorio que cualquier sufrimiento momentáneo. Todo mi camino ha sido siempre bendecido, en cada paso he estado acompañada de Dios y de personas que me aman que solo han contribuido a que hoy pueda decir que me siento reconstruida en un 100%. Que mis heridas se han curado y que mis dolores se han ido. Que conozco el perdón y entiendo a la vida. Que soy humana y aún soy sensible con mis semejantes. Que tengo la bendicion de contar con una familia y que sobretodo tengo ganas plenas de seguir viviendo y seguir aprendiendo de todo lo que Dios coloque en mi camino.